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¿Son normales las olas de calor y los incendios forestales que baten récords?

Todos hemos visto los devastadores titulares recientes sobre la ola de calor sin precedentes que abrasa el oeste de Canadá y Estados Unidos y los incendios forestales que arrasan Europa. Sin embargo, cabe esperar que este tipo de sucesos sean más frecuentes a medida que el mundo siga calentándose debido al cambio climático. Según los científicos, las recientes olas de calor habrían sido 150 veces menos probables si el ser humano no hubiera influido en el clima en la medida actual. Los combustibles fósiles están impulsando el calentamiento global y, a su vez, aumentando las temperaturas más rápido de lo previsto.

Olas de calor
El cambio climático está aumentando la probabilidad de olas de calor que baten récords. Este verano ya se han superado muchos récords de temperatura, incluso en el oeste de Estados Unidos, donde el noroeste del Pacífico, típicamente fresco, ha alcanzado temperaturas de tres dígitos. Los científicos han afirmado que, en un escenario de altas emisiones, las olas de calor extremas son de dos a siete veces más probables entre 2021 y 2050 y de tres a 21 veces más probables entre 2052 y 2080. La mitigación drástica del ritmo actual de calentamiento global no detendrá esos episodios de calor, pero los reducirá notablemente. Las temperaturas no han dejado de aumentar desde 1980, y los episodios de calor extremo son cada vez más frecuentes. Los investigadores del clima están acostumbrados a olas de calor que baten récords, sin embargo, el aumento de 4C en Canadá en comparación con el récord anterior no tiene prácticamente precedentes. Las temperaturas extremas pueden tener consecuencias mortales para muchas personas, lo que aumenta la presión sobre los hospitales.

Un equipo internacional de científicos del clima analizó la temperatura registrada recientemente y declaró: «Concluimos que un evento de uno en 1000 años habría sido al menos 150 veces más raro en el pasado». Y añadieron: «Eso en un clima sin cambio climático inducido por el hombre, cuando el clima era aproximadamente 1,2C más frío que ahora. La ola de calor también habría sido unos dos grados más fría en el pasado». No basta con comparar las mediciones actuales con las pasadas, hay que actuar sobre estos fenómenos meteorológicos extremos para reducir su intensidad.

Incendios forestales
Se ha informado de que las olas de calor se deben a una «cúpula de calor», una zona de alta presión que actúa como la tapa de una cacerola. El resultado son temperaturas sofocantes, ya que una masa de aire caliente queda atrapada bajo esta tapa. Dichos efectos son cada vez más intensos y regulares y se producen en zonas en las que antes no se producían. Este calor sin precedentes puede provocar incendios forestales.

Los incendios forestales han acaparado los titulares a medida que su devastación generalizada destruía millones de hectáreas, llevándose consigo miles de hogares. Desde los incendios forestales de Australia en 2020 hasta las devastadoras llamas actuales que dominan Turquía y Grecia, la naturaleza incontrolable de los incendios forestales los convierte en una consecuencia mortal del cambio climático. Los incendios naturales fueron antaño los salvadores de los paisajes; sin embargo, su creciente frecuencia es ahora un peligro real. Además, los incendios pueden crear su propio clima. Cuando los penachos de humo se elevan, se enfrían y forman una nube, que puede convertirse en una tormenta eléctrica, y los rayos resultantes pueden provocar más incendios.

En sólo seis días, Turquía ha registrado más de 130 incendios en numerosas ciudades, sobre todo turísticas. Esto pone de manifiesto la intensidad y el carácter descontrolado de los incendios forestales a los que se está haciendo frente. Muchos países, como Turquía, no están preparados para estos fenómenos, lo que los hace aún más vulnerables a los efectos del cambio climático.

Una advertencia que no podemos ignorar
Los catastróficos fenómenos meteorológicos extremos mencionados anteriormente pueden achacarse al cambio climático inducido por el hombre y a nuestro comportamiento continuado de emisión de combustibles fósiles. La evidencia es evidente, cuanto más petróleo, gas y carbón se queme, más se calentará el mundo y, por tanto, más probabilidades habrá de que se produzcan olas de calor e incendios forestales más allá de la historia registrada. Además, la falta de mitigación o de cualquier respuesta significará que en los próximos años se producirán acontecimientos peores que los vividos este año.

La respuesta de muchos países a los acontecimientos de este verano ha demostrado la falta de preparación y de reconocimiento de muchos dirigentes. A medida que aumenten las temperaturas, seguiremos experimentando extremos que baten récords. No tenemos experiencia en este tipo de acontecimientos, por lo que prepararnos para las catástrofes es todo un reto. Sin embargo, no tenemos elección, aunque reduzcamos mucho nuestras emisiones, las temperaturas seguirán subiendo. El derretimiento de los cables eléctricos del tranvía de Portland y la falta de aviones de extinción de incendios en Turquía son ejemplos de la falta de preparación de los países. Nuestra respuesta debe mejorar, necesitamos una mejor planificación en lugar de confiar en la experiencia.

Los signos del cambio climático son evidentes, tenemos que actuar en consecuencia. En palabras de la activista climática Greta Thunberg: «Quiero que actúes como si tu casa estuviera ardiendo. Porque lo está».

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