Tras los retrasos debidos al COVID, la tan esperada COP26 desencadenó una nueva oleada de esperanza climática al coincidir países de todo el mundo en que es urgente hacer más para evitar un peligroso aumento de las temperaturas atmosféricas globales. Con la COP27 a la vuelta de la esquina, repasamos lo que ha cambiado desde la conferencia del año pasado y lo que podemos esperar de las negociaciones climáticas de este año.
La COP27 se celebra en Sharm el-Sheikh (Egipto) durante dos semanas a partir del 6 de noviembre. Los países se unirán en un momento crítico en medio de la guerra, el aumento de la inflación y una crisis energética mundial. Los efectos del cambio climático no hacen más que empeorar, las devastadoras inundaciones en Pakistán y la hambruna en África son señales de que el tiempo se agota rápidamente. Con el objetivo último de la conferencia en entredicho, se prevé que el principal debate de la COP27 sea sobre quién paga el coste del calentamiento global, si los países ricos contaminantes que son los más responsables, o las naciones más pobres que sufren los peores efectos. También se espera que la eliminación progresiva de los combustibles fósiles sea un tema candente, con especial atención a los países en desarrollo que están haciendo la transición a las energías renovables.
Estas naciones vulnerables quieren ver un compromiso monetario que les ayude a mitigar y adaptarse a los desastres provocados por el clima que sufren regularmente. Estos fondos se utilizarán de diversas formas, desde el realojamiento de aldeas vulnerables hasta la compensación por la pérdida de crecimiento económico debida a fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones. Estados Unidos, entre otros países industrializados, se ha opuesto hasta ahora a la creación de un fondo de este tipo, principalmente por temor a ser considerado legalmente responsable de los cada vez más numerosos daños.
Como la conferencia se celebra en África, muchos asistentes esperan que se preste más atención a los países en desarrollo. Aunque la cumbre es más reducida que la del año pasado en Glasgow, se espera que asistan más de 35.000 delegados y 100 Jefes de Estado. Aunque, según los miembros de la ONU, no se esperan decisiones importantes, se trata de una participación impresionante.
En anteriores conferencias se han producido protestas de muchas formas, desde marchas hasta huelgas de hambre, entre otras formas de desobediencia civil que ponen de relieve la urgencia de la emergencia climática. Se espera que este año no sea diferente, y que los egipcios planeen protestas para concienciar sobre el terrible historial de Egipto en materia de derechos humanos. Sin embargo, el gobierno del presidente Abdel-Fattah el-Sissi ha prohibido cualquier tipo de manifestación, por lo que su celebración no está garantizada. Sameh Shoukry dijo que permitirían que se celebraran algunas manifestaciones en la COP27 siempre y cuando tuvieran lugar en unas instalaciones adyacentes al centro de conferencias.
Durante la conferencia del año pasado, los países se comprometieron a ser más ambiciosos en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, un reciente informe de las Naciones Unidas ha revelado que aproximadamente sólo dos docenas de países han cumplido y se han comprometido a adoptar medidas más contundentes. El Pacto de Glasgow fue acordado por casi 200 naciones, en el que se pide a los países que revisen sus objetivos de emisiones antes de finales de 2022 y los refuercen para garantizar que se alcanza el objetivo climático mundial de limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Se instó a los países desarrollados a al menos duplicar su financiación climática para la adaptación antes de 2025, ya que no se había cumplido la promesa de una década de aportar 100.000 millones de dólares anuales antes de 2020.
Los países se comprometieron a reducir las emisiones de metano en un 30% durante esta década. Muchos otros países acordaron eliminar progresivamente sus centrales de carbón y sus vehículos de gasolina en las próximas décadas. En un intento por salvar la biodiversidad restante, 130 países acordaron detener la deforestación para 2030, además de comprometer grandes sumas de dinero para este esfuerzo. Hasta ahora no hay pruebas del progreso de estos acuerdos, pero algunos países han empezado a ponerse en marcha. Por ejemplo, para abandonar de forma significativa los combustibles fósiles y avanzar hacia una energía sin emisiones, Estados Unidos aprobó una ley para invertir 370.000 millones de dólares este año con el fin de facilitar la transición.
La COP27 demostrará si la comunidad internacional es capaz de responder a la urgencia cada vez mayor de la crisis climática mundial. Los compromisos deben convertirse en acciones significativas para evitar los peores efectos del cambio climático y proteger a los más vulnerables.